Regresaba a casa, cuando en el semáforo de la Martin Luter King, en la parada del bus, vi a un hombre de quien escribí hace poco. Allí se encontraba Anthony esperando. Su uniforme de empleado del ahora atiborrado mercado Fresco y más lo distinguía. Mi auto se encontraba en la segunda línea desde la acera, pero le llamé y al conocerme, con una sonrisa esforzó su anatomía para llegar donde aguardaba la luz para continuar viaje.
Con mucho trabajo subió al coche, pues su hemiplejia apenas le permite caminar, sin embargo, con una sonrisa y dándome las gracias se acomodó, y entonces comenzó a cantar siguiendo el compás de alguna música que solo el oía con sus audífonos conectados a su móvil. Sonreí y le pregunté en inglés: ¿Anthony estás feliz? Y como sorprendido por mi pregunta, me dijo también sonriendo: Soy feliz todo el tiempo. Y cuando me expresó aquello, inmediatamente mis ojos traicioneros a emociones, se nublaron al tope de impedirme visualizar correctamente la concurrida avenida.
¡Qué respuesta! A mi lado, en el asiento delantero de pasajeros había un minusválido que desafiaba toda lógica. Junto a mí se encontraba un ser que pese a sus limitaciones extremas no es carga para el erario público. Él puede caminar apenas, no consigue manejar un auto, escasamente puede sujetar los artículos que ayuda a situar en los carritos de compras, pero cada día viaja en buses de la ciudad para su compromiso laboral. Definitivamente no pude hablarle más, pues en silencio disfruté su compañía bendiciendo a Dios por hombres como él.
Mientras la obscuridad es utilizada por seres de todo tipo para dañar a sus semejantes, hurtando o delinquiendo, temprano en las mañanas un limitado físico motor responde que es muy feliz con su existencia honrada.
Gracias, Anthony, por mis lágrimas, gracias por la lección de hidalguía ante la adversidad, gracias por existir, gracias por tu felicidad…
-Sergio González
Tabla de contenido
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Filipenses 4:1-4 RVA95
Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor, amados.
2 Ruego a Evodia y a Síntique que sean de un mismo sentir en el Señor.
3 Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.
4 Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!
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Medio día
Salmo 85 RAV95
1 Fuiste propicio a tu tierra, Jehová;
volviste la cautividad de Jacob.
2 Perdonaste la maldad de tu pueblo;
todos los pecados de ellos cubriste. Selah
3 Reprimiste todo tu enojo;
te apartaste del ardor de tu ira.
4 Restáuranos, Dios de nuestra salvación,
y haz cesar tu ira contra nosotros.
5 ¿Estarás enojado contra nosotros para siempre?
¿Extenderás tu ira de generación en generación?
6 ¿No volverás a darnos vida,
para que tu pueblo se regocije en ti?
7 ¡Muéstranos, Jehová, tu misericordia
y danos tu salvación!
8 Escucharé lo que hablará Jehová Dios,
porque hablará paz a su pueblo y a sus santos,
para que no se vuelvan a la locura.
9 Ciertamente cercana está su salvación a los que lo temen,
para que habite la gloria en nuestra tierra.
10 La misericordia y la verdad se encontraron;
la justicia y la paz se besaron.
11 La verdad brotará de la tierra
y la justicia mirará desde los cielos.
12 Jehová dará también el bien
y nuestra tierra dará su fruto.
13 La justicia irá delante de él
y sus pasos nos pondrá por camino.
Matutina
Filemón 1:7-10 RVA95
7 pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por ti, hermano, han sido confortados los corazones de los santos.
8 Por eso, aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte lo que conviene,
9 prefiero rogártelo apelando a tu amor, siendo yo, Pablo, ya anciano, y ahora, además, prisionero de Jesucristo.
10 Te ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis prisiones
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