Quiero resaltar la voluntad, el valor, la decisión, el respeto y las expresiones buenas de Simón.En el proceso lo admiro, porque a veces escucha de su Maestro palabras fuertes y no se escandaliza, como cuando Simón le dice: “Señor, no tienes cuidado de ti, que esto no te acontezca”, el Señor le responde: “Apártate de mí, satanás”. Cómo nos sentiríamos nosotros si Jesús nos hablara así, sin embargo, Simón sigue allí, es digno de imitar.
Simón gozó de muchos privilegios con su Señor. Jesús le lavó los pies, lo llevó a la casa de Jairo, principal de la sinagoga, donde vio sus maravillas; pero algo más hermoso ocurre, es llevado al monte donde se aparecen Elías y Moises, ver cómo se transfigura el Señor donde sus ropas resplandecían, estar en un lugar donde los otros nueve discípulos no estuvieron.
En Mateo16:16-17, me ha encantado siempre su confesión: “Tu eres el Cristo, el hijo del Dios viviente”.
Pero Simón quiere defender a su amado.
Jesús con sus fuerzas y espada, pero la causa se defiende con entrega de alma, cuerpo y espíritu. De Simón a Pedro hasta morir por la causa, ese es el Pedro que desea el Maestro. Eres todavía Simón o estás en el camino de Pedro.
Giovanni Ruano